El agua: Ideología y poder de los Incas1 – Fuentes y metodología

Las fuentes de información sobre la época incaica presentan algunos problemas: por lo menos hasta 1995, hay pocos datos arqueológicos para el período incaico en el Cuzco y ninguna cronología basada en la estratigrafía. Ha sido más fácil estudiar arqueológicamente la incorporación de áreas periféricas al Estado incaico que estudiar los orígenes del mismo en el Cuzco.

2 Esto se debe en parte a la ocupación del sitio por una ciudad moderna, que se expande rápidamente. Para el Cuzco no hay buenos estudios arqueológicos de los orígenes de los Incas. Se usa comúnmente una cronología basada en estilos de cerámica.3 Sin embargo, esta cronología no distingue los diversos grupos étnicos que lucharon por el control de las aguas y tierras del valle del Cuzco.

Es muy probable que la cerámica no variara con los grupos étnicos. Parece que estilos parecidos fueron usados por muchos grupos culturales diferentes, quienes aplicaron los diseños a la cerámica local.4 Más bien, los indicadores de diferencias étnicas eran la lengua, la ropa y el estilo del cabello.5 La mayor parte de las fuentes sobre los Incas son históricas y datan de varios años después de su conquista por los españoles, iniciada en 1532.

La única cronología que tenemos para la época incaica se basa en una interpretación de la historia oral que los incas sobrevivientes comunicaron a los españoles.6 Esta cronología ha sido criticada por no tomar en cuenta las distorsiones que se hicieron de la historia incaica a finales del siglo XVI –que no concuerda con la que se recopiló en los años inmediatos después de la conquista.

7 Dado este estado de los estudios incaicos en el Cuzco, basé mis investigaciones sobre un reconocimiento del terreno del valle del Cuzco para ubicar la red de canales, y las piedras grabadas y las estructuras asociadas a ellos. Además, estudié el riego moderno en el Cuzco que utiliza acequias antiguas. Los datos lingüísticos fueron muy útiles, puesto que los topónimos han permanecido bastante estables.

Y, finalmente, utilicé fuentes históricas –las crónicas publicadas y los documentos legales de títulos, amparos y posesiones de tierras, reglamentos de aguas, pleitos sobre tierras y aguas, y los cuadernos de actas del Cabildo del Cuzco. Los manuscritos inéditos se hallan, en su mayoría, en el Archivo General de la Nación en Lima y en el Archivo Departamental –hoy Regional– del Cuzco.

Las crónicas recopiladas y redactadas por españoles reflejan mayormente las expresiones ideológicas de la estructura del imperio incaico tardío. Las más útiles para mi estudio fueron la Suma y narración de los Incas de Juan de Betanzos, que es la fuente de historia incaica más temprana que tenemos –y su autor conocía bien el quechua, la lengua de los Incas, y estaba casado con una princesa incaica, una hermana del último Inca, Atahualpa.

8 La crónica del padre Cristóbal de Molina, párroco del Hospital los Naturales del Cuzco, publicada como Fábulas y ritos de los Incas, ofrece buenos datos sobre los mitos y los ritos de los Incas.9 La obra del padre jesuita Bernabé Cobo, Historia del Nuevo Mundo, aunque escrita en 1653 se basó en obras anteriores, especialmente la de Molina y la del licenciado Polo de Ondegardo, quien fue corregidor del Cuzco. La obra de Cobo parece incluir datos de Polo que no se conservan en otra parte.

10 Además, hay varias obras publicadas de Polo de Ondegardo, especialmente los Notables daños de no guardar a los indios sus fueros.11 Estas obras son ricas en datos; sin embargo, ninguna fue escrita en el idioma del Inca, aunque Juan de Betanzos era intérprete y lo conocía bien.

Por eso, lo incaico se nos transmite a través del lente cultural de los administradores coloniales y de los religiosos españoles, quienes se preocuparon principalmente por el gobierno y la evangelización. Afortunadamente, estas dos preocupaciones arrojan mucha luz sobre el modo de gobernar de los incas y su visión cosmológica.

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