El agua: Ideología y poder de los Incas1 – Los símbolos del poder imperial

Quiero enfocarme ahora en los modos simbólicos que utilizó el Inca para demostrar su poder imperial, porque sólo se entiende esta simbología dentro del marco de la cosmología hidráulica. Los Incas presentaron su historia de manera que legitimaba sus conquistas de poblaciones y de territorios, utilizando la ideología que unía a los ancestros con las fuentes de agua.

Como hemos visto, se consideraban la primera de todas las naciones andinas, al decir que fueron creados antes que todos en el lago Titicaca, la manifestación más grande del mar cósmico. La conquista incaica del cacicazgo de Guallacán y del de los Ayarmaca se grabó en la mito-historia oficial con los elementos para legitimarla: un ancestro concede una fuente de agua a sus descendientes.

Inca Roca fue un gran héroe cultural y ancestro en ese sentido. Es esa cualidad de poder proveer a un pueblo de agua para el regadío lo que convierte a los ancestros en personajes sobrenaturales. Cuando los primeros españoles llegaron con Pizarro a las costas del Perú, los mensajeros incaicos del Inca Atahualpa le explicaron que los españoles no eran dioses, porque no “producen ríos ni fuentes en las partes donde hay necesidad de agua, porque pasando por partes estériles desto traen agua consigo en cántaros y calabazas”.

29 Otro rey, Sinchi Roca, jugo un papel complementario al de Inca Roca. Sinchi Roca canalizó el agua del lago que antiguamente se ubicaba en el centro del Cuzco, y que hoy día se cree que existe debajo de su plaza principal. Drenó el valle inferior para el uso agrícola. Encausó el río principal y revistió de piedra el río y todos sus tributarios, y por implicación, todas las acequias. Todos estos actos son válidos para reclamar posesión de aguas dentro del derecho consuetudinarios de los Andes.

Para subrayar estos mensajes simbólico-legales, los Incas construyeron el templo a sus ancestros en el centro del Cuzco, el cual era, desde su punto de vista, el eje vertical del cosmos. Unía a los ancestros con las aguas del mar cósmico ‘de abajo’, con el poderío político de la superficie y con el Sol, su ancestro primordial, ‘de arriba’. Allí los Incas guardaban las momias de sus antepasados y reverenciaban al Sol. Había otros atributos de la ubicación del templo (Coricancha) que tenían importancia dentro de su cosmología.

Los dos tributarios principales del rio Huatanay –Saphi y Tullumayu– pasaban por cada lado del templo y se unían a sus pies. Esta situación se conocía como un tinku, un lugar donde dos entidades (en este caso dos riachuelos) se unen para formar una, de tal manera que el proceso es irreversible.30 Este concepto es muy importante para explicar la dinámica del cambio dentro del cosmos andino.

El hecho de que este tinku también se ubicara en el eje vertical del centro o chaupi, donde las aguas fluían hacia abajo, hacia el mar cósmico, hace del sitio un símbolo más poderoso aún. El mar cósmico fue venerado en otras formas también. Los Incas construyeron el templo a su deidad creadora, Ticsiviracocha, encima del sitio que antiguamente fue el lago o pantano que Sinchi Roca había drenado.

Después de la Conquista, los españoles construyeron la Catedral encima, y hoy día hay un culto dentro de ella al Señor de Unu Punku –el Señor de la Puerta del Agua–, que se venera mucho porque se cree que es el Señor del lago que todavía yace por debajo de la Catedral.31 Hoy día también se cree que algunos manantiales del valle reciben su agua de este lago maravilloso, donde nadan patos de oro.32 Frente a la Catedral está la Plaza principal, la cual también cubre el lago cósmico.

Los Incas mandaron traer arena desde las playas del mar “hasta dos palmos y medio, en algunas partes más, sembraron por toda ella muchos vasos de oro y plata y ovejuelos y hombrecillos pequeños de lo mismo”.

El licenciado Polo de Ondegardo sigue diciendo: “de esta arena estaba toda la plaza cuando yo fui a gobernar aquella ciudad y si fue verdad que aquella arena se trajo del mar como ellos afirman y tienen puestos sus registros, paréceme que será así que toda la tierra junta tuvo necesidad de entender en ello, porque la plaza es grande y no tiene número las cargas que en ella entraron, y la costa por lo más cerca está más de noventa leguas a lo que creo, y cierto yo me satisface, porque todos dicen que aquel género de arena no le hay hasta la costa, que yo hice toda la información posible así entre indios como entre españoles, inquiriendo la razón de haberla traído, dicen haber sido por reverencia del Tiziviracocha, a quien ellos dirigen principalmente sus sacrificios y le envían las cenizas de ellos por aquellos dos ríos que salen del Cuzco, en cada un año con aquella solemnidad de los bacos y cantares”.

33 Polo añade que llevaban cenizas de los sacrificios hasta Pacaritambo, la cueva donde emergieron los primeros incas. Tanto el lugar como el rito evocan los tiempos primordiales del mar cósmico y los orígenes de los Incas. Polo sigue: “lo principal fue quitarles la reverencia grande que se tenía a aquella plaza por esta razón: la orden que dicen los viejos que tuvieron en traerla [la arena] por tambos y provincias, acudiendo toda la [gente de esta] tierra al camino real, y cada provincia ponía y llevaba por sus términos, lo cual se les mandaba hacer en tiempos desocupados, y así no solamente en el Cuzco, pero en todo el reino se tuvo gran veneración a esta plaza por esto y por las fiestas y sacrificios que en ella se hacían de ordinario por la salud de todo el reino, reservadas solamente a los incas”.

34 La plaza era un símbolo mayor porque duplicaba el mar cósmico en el centro del poder incaico, con el templo por un lado, los dos ríos, uno pasando por detrás del templo y el otro por el medio de la plaza, el lago –mar por debajo que se comunicaba con el templo de los antepasados por medio de los ríos y canales subterráneos–, el conjunto simbólico formaba el eje vertical del cosmos.

El hecho de que todos los pueblos sujetos al Inca trajeran tierra de sus propias tierras y arena del mar convirtió a la plaza en un lugar sagrado para todos ellos, donde simbólicamente se ubicaban sus orígenes. He sustentado en otro lugar que este acto fue necesario para crear un símbolo universal que era eficaz, que podía enfocar la lealtad de todos los diversos pueblos del imperio en el centro –la ciudad capital.

De otro modo, existían sólo símbolos y cultos locales o regionales, tal como el lago Coricocha para el pueblo Guallacán, o el lago Titicaca para la Sierra del Sur. Los pueblos de la Costa reverenciaban al mar como su fundamento y origen, y los de la Sierra Central al lago Choclococha. Ciertos cerros altos y nevados –vistos como fuentes de aguas– podían ser el objeto de oraciones y de sacrificios para toda la región que los podía alcanzar con la vista, pero no existía ninguna formación natural –ni océano, ni lago, ni cerro– que fuese universalmente adorado.

Al crear la plaza con tierras y arena de todos los pueblos para simbolizar o duplicar allí el mar cósmico, los Incas poseían un foco de reverencia que participaba del culto de todos los pueblos de su imperio. Así, los Incas colocaron el mar primordial en el centro religioso y político del imperio. Todo el mundo reconocía allí su origen. Funcionó como un símbolo que podía ser la base para una identidad común.

La plaza también unió el culto del Sol al del mar cósmico. Se situó allí una pequeña pirámide, llamada el ushñu, que el Inca utilizaba como trono en momentos importantes. El Inca llevaba en estas ocasiones su corona con un fleco rojo, la mascapaicha, que simbolizaba al Sol. Al pasar el Sol por el zenit en el Cuzco, el Inca, sentado encima de la pirámide, se convertía en el eje cósmico que le unía al Sol.

35 Los Incas utilizaban el Sol para representar su autoridad política. Reinaron como hijos del Sol. Y utilizaron el mar cósmico para legitimar esta autoridad establecida por el dios Viracocha en los tiempos primordiales de la creación del Mundo y de los ancestros. Viracocha creó a los Incas para ser los señores del Mundo, y por ende a los otros pueblos para ser sus súbditos. Así, los Incas construyeron los símbolos de una identidad imperial.

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