LA EXPERIENCIA RELIGIOSA AYMARA – Los ritos en la cultura Aymra Elementos básicos para la comprensión de los ritos aymaras

a.  La tradición oral

El pensamiento aymara, cuyo modelo es de tipo andino-prehispánico, ha acumulado una gran fuente de conocimientos tanto prácticos co- mo intelectuales, profanos y sagrados.

Ellos, como base de su conducta individual y colectiva dentro de la sociedad, se encuentran diseminados en sus miembros y estructuras bajo las categorías básicas de una tradición oral existente: mitos, cuentos, leyendas, proverbios, etc., transmitidos de generación en generación.

Es un pensamiento que en el correr de los tiempos, por sus contac- tos, encuentros y desencuentros con otras culturas, ha encontrado nuevas maneras de ver su realidad y de reformular su cosmovisión sin dejar de la- do los elementos y criterios propios de su tradición oral.

“Los aymaras no son meros preservadores o repetidores de las tradiciones de sus antepasados; al mismo tiempo que dan valor a lo ancestral también lo interpretan y lo transforman o reformulan en el contexto de la vida presente.

Por tanto existen cuentos, leyendas y proverbios de origen moderno que forman parte de la sabiduría popular aymara. Debido a que estos cuen- tos contienen las categorías básicas e ideológicas del pueblo aymara se podrán denominar ‘la literatura sapiencial aymara’, pues estas categorías ideológicas ayudan a mantener la continuidad y operatividad de la manera de pensar y vivir de los aymaras a través de los siglos hasta el día de hoy”3.

b.  El mito

Muchas veces el mito se entiende como un relato falso en un triple sentido: relato que explica erróneamente los fenómenos naturales, en oposición a la explicación verdadera de la ciencia; relato que narra fabulosamente y, por tanto, falsamente unos hechos, en oposición a la verídica narración de los hechos contenidos en la historia; relato que hace intervenir a dioses o seres sobrenaturales puramente imaginarios, en oposición a la fe que informa sobre la intervención del Dios verdadero.

La razón de esta negativa interpretación de los mitos, tan profunda- mente arraigada en la conciencia actual, es el predominio, durante largas épocas de la cultura occidental, de una concepción estrecha de la razón conocida como racionalismo. Así, la razón se confunde con la razón expli- cativa por medio de conceptos claros y distintos perfectamente dominables por ella.

Un estrechamiento aún mayor de la comprensión de la razón se da en el positivismo, donde sólo se conoce de verdad lo que puede ser conocido científicamente. Estas presuposiciones no captan las grandes dimensiones culturales del mito, que trasciende la religión en la acepción más limitada de la palabra. Los mitos dan lugar a estudios modernos, al descubrimiento de la etnología, antropología cultural, historia comparada de las religiones y fenomomenología de la religión.

Estas ciencias también nos ayudan a comprender y valorar el mito de diferente manera. “El mito, en efecto, constituye un lenguaje particular del hombre, producto no de la pura imaginación, como se ha creído mucho tiempo bajo la influencia exagerada de un racionalismo disecado, sino expresión primaria, inmediata, de una realidad percibida intuitivamente por el hombre”.

4. El relato mítico no se propone, tan sólo ni primariamente, informar, sino relatar una acción instauradora de una nueva realidad, o de un nuevo nivel de realidad, que exige la reacción del sujeto, en representación ritual para ser plenamente eficaz. De ahí, la proximidad y la relación estre- cha de los mitos con los rituales en todas las tradiciones religiosas.

Y de ahí también, la necesidad de captar todo su significado. En realidad, el sistema mitológico aymara es complejo. Por lo indicado, es estudiado sólo en los términos más superficiales. Pero eso no qui- ta que este pueblo exponga su existencia a través de mitos que demuestren su sabiduría y vivencia milenarias.

Los mitos no han surgido del azar, como simples confabulaciones para deleitar o refrescar la mente humana, ni tampoco son inventados de la nada. Ellos tienen mucho que ver con la génesis, la historia, con la realidad de la vida del pueblo aymara, con sus enseñanzas, con su espiritualidad y hasta con el desarrollo de la personalidad aymara dentro del mundo.

En su sistema de valores básicos, el aymara se identifica con el pasado. Las normas del pasado son el criterio de sus decisiones para el hoy y para el mañana. Su pasado histórico se diluye en la tradición, y luego en el pasado mitológico que le da garantía de vivir y celebrar.

Por eso mismo, la expresión de sus mitos no es una mera actividad religiosa; al contrario, es una parte importante de las ceremonias bien elaboradas, celebradas en tiempos y espacios sagrados.

c.  La lucha por la vida

El aymara, al considerar la naturaleza como la obra del Creador, no se aísla ni se siente superior a ella. Muy por el contrario, se asume como criatura, una como las demás criaturas -inclusive el último entre todas y responsable de su vida y la de todos. “Soy tu gusano, Señor, apiádate de mí, envía tu bendición”

5. Esta condición de criatura y su responsabilidad para con la continuidad de la vida en la creación se plasma en cada uno de los mitos de la creación del universo aymara que, en su versión contemporánea, es releída y redactada bajo las estructuras míticas de la tradición bíblica.

6. Eso le revela constantemente que el espacio donde se desenvuelve, a veces casi imposible para el desarrollo de la vida humana, necesita de mucho esfuerzo y veneración continua.

La naturaleza es el factor más importante que genera vida y unidad al pueblo aymara. Sus desafíos le dan la convicción de que el hombre del altiplano tiene que esforzarse enormemente para conseguir una buena producción fin último de todas las actividades agropecuarias y, con ella, asegurar el sustento diario. En síntesis, luchar para la continuidad de la vida

7. Si bien la técnica moderna ofrece medios más sofisticados para el mejor desarrollo de la actividad vital del mundo aymara (de hecho, fre- cuentemente es aceptada), sucede que la mayoría de las veces estas técnicas no responden a sus expectativas ni a la manera de cómo ellos observan y se relacionan con lo sagrado en la naturaleza.

Sabemos que los expertos modernos proyectan la tecnología desde observaciones racionales propias de una mentalidad positivista de explotación, de productividad y de mercado, indiferentes a los constantes clamores: “¡Señor, la tierra no da así no más!”.

8. El respeto a lo sagrado, las celebraciones rituales y la relación de rciprocidad entre el hombre y la naturaleza están fuera de sus proyectos mecanicistas.

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