Mallki: Ancestros y cultivos de árboles en los Andes1 – Ecología vertical de los árboles
La importancia de la altitud para determinar el uso de las tierras de las comunidades andinas es bien conocida en cuanto al pastoreo y la agricultura, pero también es un factor decisivo para el cultivo de los árboles. En el Altiplano peruano-boliviano de los pueblos aimaras solo hay árboles en lugares muy abrigados.
El idioma aimara no tiene la riqueza terminológica para el cultivo de los árboles que tienen las lenguas quechuas. Por eso el árbol no juega el mismo papel simbólico que en las comunidades quechuas.18 Hay dos árboles andinos que crecen en alturas de más de 4,000 metros sobre el nivel del mar: el qolli (Buddleia coriacea) y el q’ewña (Polylepis racemosa).
Augusto Weberbauer comentó sobre el qolli: “Se cultiva mucho en las poblaciones de la cuenca del Titicaca y es un elemento característico del paisaje. Al parecer existen ejemplares muy viejos, aunque no los encontré. Los arbustos ayudan a conservar los suelos escasos del Altiplano al abrigar mejor la superficie que los árboles de tronco largo, cuyas ramas se desarrollan más altas. Aunque no encontré el culli en estado silvestre, creo probable que pertenezca a la flora autóctona de esta comarca”.
19 El q’ewña (Polylepis racemosa) puede crecer hasta las nieves perpetuas.20 Otra planta grande que crece a esa altitud, es la puya (Puya sp.) una bromeliácea gigante, de la cual hay 33 variedades en el Perú.21 En la sección de Sajama de la Cordillera Occidental de Bolivia, hay árboles qolli que crecen entre los 4200 y 4500 metros de altitud,22 pero generalmente se encuentran entre los 3700 y 4500 metros de altitud. Crece en forma de arbusto y de arbolillo, y puede llegar hasta los 5 metros de alto.
El Polylepis serrata alcanza hasta 8 metros de altura. También se distingue por sus hojas duras y persistentes, que no pierde durante el año. Las flores crecen en racimo.23 Tiene el tronco sinuoso y la corteza de color rojizo, que se deshace como hojas de papel. El jesuita Bernabé Cobo, uno de los cronistas coloniales, sugirió una similitud con el olivo, aunque no tiene frutos comestibles.24 La madera se utiliza para la curtiembre.
25 Hay varios árboles que crecen hasta los 3,800 metros sobre el nivel del mar. Todos se utilizan para la construcción y para obtener leña. Los kiswar (Buddleia longifolia o B. incana),26 chachacoma (Escallonia resinosa o Steroxylum sp.), lloq’e (Pineda incana o Kageneckia lanceolata) y alisos o lambran (Alnus jorullensis). Juan de Betanzos, otro cronista, dice que los Incas usaron los alisos para construir casas.27 Este suele crecer en las riberas de los ríos y riachuelos porque necesita bastante agua.
28 Todos estos árboles son nativos de la Sierra peruana. El sauce (Salix Humboldtiana) también crece a estas alturas y probablemente fue introducido en el Perú desde Chile en la época incaica. Los Incas lo utilizaron para construir puentes.29 El eucalipto (Eucaluptus globulus), árbol australiano, es muy característico del paisaje serrano actual, pero fue llevado al Cuzco recién en 1880.30 El pati (Carica augusti) es un árbol extraño, que crece a menor altitud que los árboles hasta ahora mencionados.
Se destaca por estar muy bien adaptado a climas secos y fríos entre los 2,600 y 2,850 metros sobre el nivel del mar.31 Por eso se encuentra principalmente en Ayacucho y Huancavelica. Fortunato Herrera, quien lo clasifico como Bombax discolor, cuenta que tiene dos adaptaciones especiales para la aridez. Sus raíces forman engrosamientos a manera de tubérculos, que parecen depósitos de agua, y la superficie exterior de sus ramas está cubierta por una especie de secreción serosa de color gris, que la recubre a manera de un velo para impedir la evaporación del agua contenida en el interior.
32 En general estos árboles son especies forestales y se utilizan por su madera para la construcción y para leña. Los árboles frutales suelen encontrarse a altitudes inferiores a los 3,500 metros sobre el nivel del mar, como el molle (Schinus molle) que crece hasta los 3,400 metros solamente. Sus frutos se aprecian mucho y se utilizan para preparar chicha. El rayan o sauco (Sambucus peruviana) puede crecer hasta los 3,250-3,550 metros y produce frutas negras que son muy apreciadas.
33 El capulí (Prunus serotina), que también produce una fruta muy agradable, se encuentra muy frecuentemente. Fue introducido en el Perú desde México después de la Conquista española.34 Muchos de los frutales de Europa se adaptan bien a estas alturas andinas. Al descender a los valles más calurosos (entre 2,600-3,000 metros de altitud), aumenta el número de variedades de árboles andinos y su cantidad. Los árboles frutales suelen necesitar un clima más caluroso, pero, en las alturas del Cuzco, se cultivan en huertos protegidos.
Otro árbol apreciado que crece en estas alturas es la tara (Caesalpina tinctoria), que produce tanino para curtir y se emplea en la fabricación de tinta.35 El pisonay (Erythrina falcata) es un árbol nativo de la ceja de montaña que ha sido plantado en las plazas principales de muchos de los pueblos de menor altitud que el Cuzco, como Andahuaylillas, Pisac, Calca, Urubamba y Ollantaytambo.
36 Es un árbol alto y hermoso por sus flores rojas, que seguramente hicieron que los Incas lo consideraran sagrado. En la novela de José María Arguedas Los ríos profundos, publicada originalmente en 1959, los chicos piensan que el pisonay puede crecer en el sol. Más abajo, por el Oeste, crecen árboles como el algarrobo o ttaca, la lúcuma y el pacae, en los valles calientes y secos de la Costa. Por los valles orientales se llega a la Selva, donde los árboles son abundantes.
6.3 Mallki, los ancestros Mallki, el árbol cultivado, en contraste con el árbol silvestre, se presta para el simbolismo de los ancestros, femeninos y masculinos, de una familia; sobre todo el árbol frutal, como símbolo de la familia que produce sus frutos: los hijos. Y un árbol antiguo representa muchos años de vida.
Estos tres aspectos habrían contribuido a la simbolización del mallki como el antepasado de un ayllu. Un ayllu es una institución indígena, tal vez la más importante, para comprender la cultura andina prehispánica, porque era una unidad fundamental en la organización social, económica, religiosa, y por último, política. En principio era una familia, o un grupo de personas que pensaban que eran parientes, porque descendían de un antepasado común.
Además, el ayllu era dueño corporativo de las aguas y tierras que usufructuaba. La vida de estas gentes, que eran agricultores y pastores, se relacionaba íntimamente con las fuentes de agua y la fertilidad que procedía del interior de la tierra, y consecuentemente formaban una comunidad espiritual que ofrendaba a las aguas y a la tierra para que produjeran muchos frutos. Los muertos, que se convertían en antepasados, eran enterrados en sus tierras y seguían mediando entre los vivos y las fuerzas de la tierra, para propiciar la prosperidad del ayllu. Los antepasados originales de los fundadores del ayllu eran los más importantes.
Eran los mediadores más poderosos, los que daban legitimidad al ayllu y a los derechos de éste a tierras y aguas.37 Manco Cápac, con sus hermanos y hermanas, eran los ancestros originales de los Incas. Como el parentesco andino tiene transmisión paralela –por ejemplo los nombres se transmitían de madres a hijas y de padres a hijos–, los ayllus incluían hombres y mujeres entre sus ancestros fundadores.38 Algunos ayllus representaban a estos antepasados originales en forma de mallki o árboles.
Un árbol grande, antiguo, sería símbolo de larga vida y un árbol frutal, uno de vida fructífera. Los mallkis-antepasados tenían estos atributos. Sus “frutos”, los descendientes vivos, cuidaban de los cuerpos momificados de los muertos, y este término mallki también se refería a las momias.
En los ayllus del Perú Central en la Época Colonial, los sacerdotes católicos exhortaron a los pueblos andinos a no adorar más a sus mallkis por ser considerados ídolos.39 Los extirpadores de idolatrías del Arzobispado de Lima en el siglo XVII quemaron en un lugar hasta 56 cuerpos mallkis (momias). El mallki era un árbol que, en muchos casos, representaba a los ancestros del ayllu.
Este podría haber sido el caso de un molle que era adorado en San Francisco de Otuco (Cajatambo, Perú Central) en 1656 y que el visitador Avendaño denunció como: “un árbol llamado molle a quien los yndios tenían gran miedo por auer sido su adoratorio antiguo porque en el pie tenían enterrados cinco ydolos conopas que el Dr. obispo Don Fernando de Avendaño siendo visitador saco y quemo por los quales los dichos indios possieron diez los quemo y las dichas guacas chaguares sotanos todo lo asolo y arrasso y echo por tierra predicándoles y exortando y dando a entender a los yndios en la lengua nuestra Sta. fee católica”.
40 Las canchas de las ruinas de Canta (Lima), rodeadas de chachacoma, servían, entre otras cosas, para enterrar a los muertos de la familia, y entonces se convertían en lugares para ofrecer sacrificios a estos antepasados.41 Para los habitantes actuales de la región de Sarhua (Ayacucho), dentro de la antigua región Wari, el pati es considerado el árbol que fue testigo de la creación del mundo, porque vive muchos años. Parece que puede llegar a vivir 200 años.
No hay datos sobre si se le consideraba un antepasado, pero se le conoce también como wira pasñacha, que significa “mujercita gorda”, por la semejanza del tronco con un cuerpo humano. Esta asociación con una mujer se refleja igualmente en la creencia de que esta planta es el hogar de la Pacha Mama, la Madre Tierra.42 Las madres y los padres ancestros de los Incas eran árboles: mallki.
El cronista indígena Juan de Santa Cruz Pachacuti Yamqui dibujó el sitio de origen de los Incas (Ver Figura 9).43 Era un t’oqo, un ‘hueco’ o “ventana” en el cerro, por donde emergieron los Incas originales desde el interior de la Tierra. En el dibujo hay un t’oqo rectangular con un árbol en cada lado. Dice: “Estos dos árboles significaban a sus padre y madre Apotampo y a Pachamamaachi”.
Se nota que son árboles y no arbustos, según la definición moderna de Lira, quien dice que es un “árbol, planta de tronco leñoso que se ramifica a considerable altura”.44 Dentro del contexto del mito de los orígenes de los Incas, es significativo que haya dibujado los dos árboles con sus raíces, la parte del árbol que se queda dentro de la tierra.
El árbol con sus raíces simboliza muy bien los orígenes de los Incas, quienes al igual que el árbol, salieron de dentro de la Tierra. Dos Incas se asocian con árboles. Uno, Lloque Yupanqui, el tercer Inca de Urin Cuzco, llevaba el nombre del árbol lloq’e, que tenía fama de ser madera sumamente dura, que se comparaba con la chonta de la Selva.
Los Incas utilizaban la madera del lloq’e para fabricar porras o macanas, y las varas de autoridad. El nombre de “Lloq’e” Yupanqui habría tenido el sentido de árbol fuerte, como un mallki, y como vara representaba a la autoridad máxima. El otro Inca era el tercero de Hanan Cuzco, Wiracocha Inca, quien gozaba de la fama de haber plantado muchos árboles: alisos, kiswar, chachacoma y molle.
45 Los Incas decían que la gente de la Selva, del Antisuyo, enterraba a sus muertos dentro de unos árboles muy gruesos: el vitaca.46 Según González Holguín este era un árbol conocido, es decir, parece ser un árbol de la Selva que era muy conocido en la Sierra (Ver Figura 10).47 Quizás era el huitoc (Genipa americana).
48 La estrecha asociación entre los muertos que se convertían en ancestros y los árboles, está muy extendida en la Sierra andina y en la Selva. Entre los centenares de culturas amazónicas hay tantas variaciones que no pueden ser incorporadas a este trabajo. Allí existía una tradición antigua del cultivo e incluso del riego de los árboles jóvenes.